Le diré de mí mismo que soy un hijo de mi tiempo, un hijo de la increencia y de la duda, lo he sido hasta ahora e incluso (lo sé) lo seré hasta que me muera. Cuántas penas me ha costado ya mi sed de fe y cuántas me cuesta todavía. Una fe que se vuelve más fuerte en mi alma cuantos más argumentos contra ella encuentro.

Fiodor Dostoievsky

30 octubre, 2007

MADRID VIP

Llegué ayer de Madrid, ciudad que me recibió entre lor de multitudes (por la cantidad de coches, claro) para pasar un agradable fin de semana, bastante ajetreado y exhausto.
Todo fue bastante bien hasta que el sábado por la noche me dispuse a salir de copas por una zona que me dijeron que es clásica en la noche capitalina. Empezamos en un bareto de escasos metros cuadrados en los que nos apiñamos bastantes almas, pedimos unos cuantos minis, bastante baratos y bastante decentes, y la consecuencia directa del hacinamiento es el palique que surge, huero de interés pero pleno de diversión con lo que pasamos unas horillas realmente agradables. No recuerdo el nombre del sitio pero salí bastante satisfecho, quizá fue por lo cercano que me sentí con la gente, quizá por las similitudes con los bares a los que suelo ir, tanto en Murcia como en Águilas, no sé, disfruté bastante.

La cosa empezó a torcerse en cuanto llegamos al otro garito, mucho más chic, con porteros en la puerta semejando a mujiks rusos, algún que otro Porsche taponando la calle... Mal empezamos.
La cosa empezó a tomar tintes desagradables cuando entre los madrileños entre los que me encontraba, había uno que llevaba las típicas zapatillas de deporte; no pasó nada, ya que entró pero previo paso por los dos maromos para informar de la cantidad y la calidad de la gente que allí queríamos entrar. Uffff.
Una vez dentro, aparte de otras muchísimas cosas, me repateó el estómago aquella zona Vip a la vista de todo el que estuviera allí pues estaba separada por un fino cordón rojo y unos soportes. La clase de gente que habitaba en sus metros cuadrados elegantes se pavoneaba, se exhibía, mostraba la mercancía en forma de pava (nena, niña, mujerzuela) que lograba en los baños, menospreciaba y bebía, bebía mucho.

Me parece patético cómo acordonan una zona del bar (perdón, pub) para que semejantes tiparracos se luzcan sentados en sofás de terciopelo rojo, tengan camarero propio y lo traten como a una bosta de caballo humeante. Si realmente fueran vips no estarían en un pubeto en el que puedo entrar yo.


-Juego propuesto: el nombre del pub no lo menciono pero si se juntan las palabras en naranja, están ordenadas en el texto (sólo hay que unir), aparece algo...

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1 comentario:

  1. Bueno, supongo que hay algunos que tienen que separarse del resto para encontrar su identidad y sentirse "más" que el resto. Supongo que no tienen muchas razones para poder hacerlo que poder permitirse una "zona Vip". ¿Sabes qué? No me dan envidia. Más bien lástima, algunos.

    Besos,
    Miri

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