
Sentado tranquilamente en el sofá, ahogando el cigarro en el cenicero, sigue mirando la foto de Irene. La echa de menos de más, todavía recuerda cómo vivía con su querida hermana, cómo hacían todo juntos en otro relato, la tranquilidad y la paz del que se sabe inútil les había unido. Alguna vez añora las cálidas piernas de ella, las noches sin dormir, su olor.
Enciende otro cigarrillo, está sereno y oye ruido en la cocina. Se extraña pero mantiene...