Le diré de mí mismo que soy un hijo de mi tiempo, un hijo de la increencia y de la duda, lo he sido hasta ahora e incluso (lo sé) lo seré hasta que me muera. Cuántas penas me ha costado ya mi sed de fe y cuántas me cuesta todavía. Una fe que se vuelve más fuerte en mi alma cuantos más argumentos contra ella encuentro.

Fiodor Dostoievsky

24 noviembre, 2007

DESMITIFICÁNDOME

Siempre en busca de sensaciones nuevas y extrañas, hace ya tiempo que me aventuré al vinoso ponto (pongámonos homéricos para darle enjundia a la entrada) del cine de baja estofa, al film de serie B más famélico de argumentos y planos decentes que pueda "videarse". Los resultados y las sensaciones han entrado en un pugilato nada desagradable en mi mente, esta sucesión de mal cine sienta bien y es bastante constructiva ya que ayuda a entender y a observar.

No recuerdo ya cuando fue pero se convirtió en una deshonesta obsesión el conseguirla, algunos años hasta dar con ella, mi manía tornó en paroxismo supino mas un día la vi en una pequeña estantería, su portada fue recogida por mis ojos como bendito maná, la alegría me hizo incluso temblar. Trémulo pagué y corrí a casa a verla en buena compañía, las rememoradas citas de mis clases de cine se agolparon prestas en mi cabeza, su raccord patético y su montaje infame hizo que mis lágrimas supieran a nubes de algodón. ¡Qué gran película vi esa tarde!
Se preguntará vuesa merced sobre film en cuestión que tanto alabo, pues no es otra la respuesta que Hércules contra Sansón, bautizado ya por mí como el peplum más chabacano de la historia del cine. Creo que en este bodrio chic hipermusculado desprovisto de interpretación se encuentra uno de los momentos más álgidos del cine de todos los tiempos, momento que alcanza el fastigio de lo monstruoso, momento que nos acerca al cénit de la naúsea (¡sin pensar en Sartre, pardiez!): los pescadores faenan y recogen las jarcias embarcados en la cóncava nave mientras disfrutan del trabajo y saben de su pronta vuelta a casa, la Aurora de rosáceos dedos los abraza sumiéndolos en una agradable mañana de verano, sin embargo sus corazones se ven rápidamente embargados de terror ante uno de los mayores monstruos marinos que la historia fílmica nunca haya recogido en sus anales: una foca, mejor dicho, imágenes de una foca tomadas en alguna charca de algún zoo algún día cualquiera.
Si gusta vuesa merced ver esta bazofia maravillosa no se pierda el montaje de aquel álgido momento, los diferentes tonos del agua, la sobrecogedora interpretación...

En otra ocasión seguiré semidestripando más películas que poseo y, como no, también veo.

P.S. No me he desenganchado del buen cine (no me juzguen mal ni me tachen de apostasía fílmica) simplemente veo en este tipo de cine divertimento; mis acciones no tienen por qué ser un peso ni una elección para la humanidad (estamos hoy un poco "sartrianos", si se me permite el palabro), sólo son consejo, muy malo pero al fin y al cabo, consejo.



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