Le diré de mí mismo que soy un hijo de mi tiempo, un hijo de la increencia y de la duda, lo he sido hasta ahora e incluso (lo sé) lo seré hasta que me muera. Cuántas penas me ha costado ya mi sed de fe y cuántas me cuesta todavía. Una fe que se vuelve más fuerte en mi alma cuantos más argumentos contra ella encuentro.

Fiodor Dostoievsky

17 febrero, 2010

LEVIATHAN




















Es patético (acerquémonos a la etimología y a su sentido épico) ver cómo los que se dicen rectores de este anonadado país no son capaces de ponerse de acuerdo en nada, los anunciados pactos sólo se convierten en farsas televisadas en las que nada se aclara y en las que las distancias aumentan como la desesperación de mucha gente ante esa clase social.

Son los políticos cada vez peor vistos por el personal que, por cierto, no deja títere con cabeza en lo que concierne a poner notas a nuestros regentes, de todo tipo y color, cuando sacamos las encuestas de marras para saber quién es el malencarado del mes.

Quizá sea un hipócrita diciendo esto desde mi voluntaria vida eremítica preoposiciones, tapado con una manta y ahora mismo tocándose los huevos (metáforas creciendo en el cerebro) pero me da asco palpar el nivel de crispación que emanan las tertulias, me hace reflexionar si existe la posibilidad de que haya alguien que quiera erigirse en preboste previo pago de una España insostenible en lo social; quizá.


3 comentarios:

  1. Estimado Sensei, esta oveja ya no hay quien la esquile. Un saludo.

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  2. ¡No quiero que me la esquilen, quiero que le hagan las mechas!

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  3. A la clase política española le hacen falta más senseis y menos ronin.

    Buen blog, felicidades.

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Un comentario puede hacer que este pobre mujik tome aire y se decida a escribir de nuevo ante el inusitado clamor popular.