Le diré de mí mismo que soy un hijo de mi tiempo, un hijo de la increencia y de la duda, lo he sido hasta ahora e incluso (lo sé) lo seré hasta que me muera. Cuántas penas me ha costado ya mi sed de fe y cuántas me cuesta todavía. Una fe que se vuelve más fuerte en mi alma cuantos más argumentos contra ella encuentro.

Fiodor Dostoievsky

26 junio, 2007

CHRIS BENOIT, IN MEMORIAM

Vaya, leo estupefacto que una de estas estrellas, muy en boga ahora, de la lucha libre se ha suicidado, llevándose por el camino a su mujer e hija. Esto no es otra cosa que podía suceder en los tiempos que corren, pues me acuerdo de antaño, cuando era más jovenzuelo, veía este pseudo baile-lucha, en los que los luchadores eran iconos un tanto maniqueos de la maldad y la bondad. Este hecho se ha repetido en nuestros días, pues con la emisión de la lucha libre de nuevo, la juventud toma a estas figuras como auténticos héroes modernos.
No creo que esta matanza familiar hubiera pasado en nuestra época, pues los luchadores poseen fortunas y respeto en los Estados Unidos, país muy dado a "heroizar" a todo bicho viviente que posea dos o tres rasgos típicos de lo que en América se considere como "bueno para el mundo".
No sé si esta noticia llegará a los chavales que ven con devoción la lucha, pero debería llegarles y saber que uno de estos bailarines-mamporreros ha cometido una atrocidad.
En nuestros tiempos, vigentes Dragon Ball, los Transformers, (ahora, que casualidad todo está volviendo, nos estamos volviendo repetitivos, obsoletos, las ideas brillan por su ausencia en las cabezas de la gente apoltronada en los egregios sillones de mando de las grandes cadenas televisivas), Pumuki, Érase una vez la vida, y un largo etcétera de series memorables no hubiera ocurrido este hecho, supongo que el tal personaje, Chris Benoit, lapidaría su fortuna en putas, alchol y droga.
No es que fuéramos más tontos años atrás pero si más civilizados, más cabales y más tranquilos.
Sin duda, ha cavado su tumba pues la kátorga le ha asfixiado...

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