Paseaba yo distraído por la Fnac, dando una pequeña vuelta sin buscar nada en concreto cuando, de pronto, otra vez estaban allí. No sé si siempre son los mismos pero su pose altanera los define y los desenmascara como simplones bobos de dedos confusos.Me explicaré.
Cada vez que llego a la altura de la sección en la que hay varas consolas en funcionamiento para el BREVE entretenimiento del personal, están allí, con el mando en forma de guitarra del Guitar Hero, tocando alguna conspicua canción de algún conspicuo grupo, verbigratia, Nirvana. Se pasan las horas muertas jugando, dejan el juego prácticamente terminado, lo engullen con soberbia. Realmente a mi no me importa que no tengan vida o no sepan que un poco más allá hay una sección de libros, cine o música. No me importa, pero lo que si me toca los cojones es que los mires de soslayo y les veas la cara de chulos que adoptan porque se sienten observados, son imbuidos por la magia de creerse los guitarristas a los que emulan cuando, seguramente, no saben ni colocar los dedos en un mástil (de los de verdad, claro) para hacer surgir una simple nota ni aciertan a nombrar dos nombres de míticas guitarras (por cierto, la guitarra del juego es una Gibson) tocadas por sus míticos guitarristas. Otra cosa es la pose, que también adoptan, claro; curvan un poco la espalda, dejan que el instrumento cuelgue de la correa, arquean levemente los brazos, separan las piernas doblando suavemente las rodillas y ponen cara de enfurrañdos a lo James Hetfield. Es en esos momentos cuando me entran ganas de verme encarnado en Jules Winnfield (el mítico personaje protagonizado por Samuel L. Jackson y decir aquello de:
-Ey, tú, estrella del rock.
Luego ya sabemos lo que pasa...
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Mas madera,es la guerra.
ResponderEliminarson los nuevos reyes de los centros comerciales... ag
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