Le diré de mí mismo que soy un hijo de mi tiempo, un hijo de la increencia y de la duda, lo he sido hasta ahora e incluso (lo sé) lo seré hasta que me muera. Cuántas penas me ha costado ya mi sed de fe y cuántas me cuesta todavía. Una fe que se vuelve más fuerte en mi alma cuantos más argumentos contra ella encuentro.

Fiodor Dostoievsky

11 febrero, 2009

DOMAR A LA DIVINA GARZA

Les debo confesar una cosa, cuando escuché por primera vez el nombre del escritor mexicano ganador del Premio Cervantes de hace unos años, el rictus de mi cara fue el de desconocimiento y asombro. El nombre del susodicho no es otro que el de Sergio Pitol.

Ipso facto quise empaparme de la literatura que ha hecho que un jurado como el del Premio Cervantes, el más importante de las letras españolas, se haya erigido con tan preciado galardón. En un primer momento dudé de la novela que sería la adecuada para empezar a leer a Pitol, pues, la primera novela que se lee de un autor es la que nos sumirá en su poética, en su mundo y, por tanto, nos cautivará o nos defraudará. Después de una larga vacilación compré una: Domar a la divina garza.


Para empezar diré que es una novela con un primer capítulo atípico, pues en él, el escritor nos da las claves que le van a llevar a escribir las páginas que siguen. Por tanto podríamos hablar de una metaliteratura, de unos personajes y una ciudad de los que sabemos ya, desde un primer momento, del porqué de su plasmación, de su invención por parte del escritor.


Una vez pasado este capítulo, empezamos la verdadera historia en la que conocemos al protagonista, Dante C. de la Estrella, personaje que contará un estupendo relato a la familia Miralles. Es este relato el que vertebra todo el libro y sólo se verá interrumpido por las manías y desaires del propio Dante o por la familia que lo sufre.

En la historia principal conoceremos a uno de los personajes más divertidos, inclasificables y fascinantes con los que he tenido el placer de encontrarme: Marietta Karapetiz.


Poco a poco nos vamos sumiendo en la novela, en las relaciones tan humanas que en ella se dan, en un clima excrementicio (rematado con el divertidísimo final del cuento de Dante) palpante… Vamos encontrando una Estambul odiada por el relatador, un amor incipiente que no es tal, el profuso amor a Gogol, una oda a las primeras impresiones (el encuentro con Marietta) y muchísimo más.

Por tanto, Sergio Pitol se gusta de hacer una obra maestra de la literatura mexicana que rebosa humor, se lee con impresionante voracidad y que muestra bajo su aparente sencillez una estructura de profundidad y una vastísima cultura.


Ahora les puedo decir que mi elección fue acertada (súper acertada, vulgo dicto).

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