Le diré de mí mismo que soy un hijo de mi tiempo, un hijo de la increencia y de la duda, lo he sido hasta ahora e incluso (lo sé) lo seré hasta que me muera. Cuántas penas me ha costado ya mi sed de fe y cuántas me cuesta todavía. Una fe que se vuelve más fuerte en mi alma cuantos más argumentos contra ella encuentro.

Fiodor Dostoievsky

13 abril, 2010

INFANCIA, QUE NO NOVIAS: LA TORTUGA MORA


Siempre fui un chaval sanote, mi juventud estuvo dedicada al estudio sistemático, al deporte y en menos medida al cine y a la siempre ubicua literatura.
Descarrié pronto, al pasar de la sobreprotección colegial a la cantina del instituto, eso me marcó sobremanera, descubrí la siempre difícil pubertad. La vida se tornó en mi contra, tornasoló en camisetas proheavies y en chupitos de Greasy y granadina Rives, todo ello regado con mal vodka, amén de probar las mieles de los primeros días de Septiembre de otra forma: con mi culo pegado al asiento de los supensos.

Nos creíamos rebeldes y no dejábamos de repetir patrones, la anarquía no es posible cuando te acercas a los 30.

Mi despertar hormonal fue lento pero seguro, me daba cuenta de cómo salían pelos do antes reinaba la deforestación y fue en ese impreciso momento cuando no volvería a mirar a una mujer de la misma forma, allí quedó, olvidada, mi más básica y pueril infancia.
Más tarde que temprano fui comprendiendo que mi futuro no iba a ser el de un dandy donjuanesco, mi actitud frente a una tía siempre se basó en mi sonrojo y la pérdida repentina de la locuacidad y gracia de la que tan contento estaba y tan bien utilizaba en las partidas de billar u otro juego asociado a la juventud rebelde dónde unos dardos o unas monedas al Street Fighter suponía una incursión en la poblada selva de los tipos duros, esos que llamaban tanto la atención a esas chicas a las que yo no llamaba, ni la atención ni a sus hormonas.

El grupo de amigos del que formaba parte participante pero no ejecutante no se separaba fácilmente, ni siquiera para ver cómo la mayoría iba a disfrutar del movimiento de sus lenguas mientras los demás, o yo solo, miraban pensando en lo cabrón y afortunado que se era con tal o cuál muchacha y por supuesto  también en lo buena que estaba la novia de Mengano.

Es chistoso, antaño, triste.

El camino me fue abriendo otros caminos menos rectos pero igualmente insulsos. El apego a mi primo, mayor que yo, hizo que creciera rápido en "su" grupo aguantando insultos y jugando duro a eso de vivir, no había sitio para nenazas en el mundo de aquella pléyade de hijos de puta del que me sentía orgulloso, por estar dentro, claro. Aquí las tías no contaban tanto pues el fútbol, la caza de pájaros y el noble arte de construir casetas en las higueras nos distraían mientras nos medíamos las pollas (más bien cucas) para ver quién era más hombre. En esto ocupábamos todo el tiempo.
Este período se pasó en unos meses, hasta que renegué de mi presente para apearme en mi pasado.
Volví por mis fueros, más hombre y menos chiquillo, eso si, mismos resultados, no me comía ni un colín por lo que las pajas agotadoras satisfacían mi insatisfacción carnal.

Todo esto cambió un día en el que por fin pude irme a la playa como todos aquellos que partieron ante mis estúpidos ojos como humanos y volvían como héroes, cogido de la mano de una chica.
El resultado me desagradó hasta el extremo, (no creo que lea este blog ni sepa de su existencia sino pues a quejarse y querellarse contra mi persona) no me esperaba aquello pero claro, la tía con la que me fui a la "guerra" no me gustaba lo más mínimo. Mi ansia estropeó el resultado.
Conocí más tarde a una chica con la que pasé ocho años de mi vida para luego ser fiel a mis principios y abandonarnos porque mi cuerpo anticipó, sin dejarme dormir más de dos horas seguidas durante un año, que aquello no era lo que quería y buscaba aquel chaval mojigato transformado en concienzudo gilipollas.

Hoy día considero que aquello me mal curtió. Pero encontré a mi otro, una persona que siempre busqué proponiéndomelo hasta que, hace dos semanas, encontré en una vuelta por el campo a esta chica de la que no me enamoré pero hizo que recordara mi primer beso tumbado en la playa y, debajo de mi, una mierda de perro. Para olvidar.


P.S. No se me ocurrió dejar a mi novia. Todavía comemos perdices.


17 comentarios:

  1. ¿Chupitos de Gressy? ¿Eso se puede beber?

    ResponderEliminar
  2. Como lo estás oyendo, se llamban Cerebros y no me volveré a tomar uno así se me caiga la bola del mundo en el ojo éste miope que me dio mi madre.

    ResponderEliminar
  3. ¡Que angustia! ¡Como me alegro de que comas perdices!
    Y...que bien escribes.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. sensei, las perdices hartan en demasía- Son sólo buenas si las caza uno mismo, y en contadas ocasionas..y los cerebritos dejaron mi cerebro bien mermado de neuronas.

    me ha gustado este relato, y por cierto, que siempre imaginé que TODOS los tíos os medís el miembro...jajaja

    ResponderEliminar
  5. La anarkia es posible cuando te acercas a los 50… siempre que te hayas acostumbrado a pasar de las mierdas de perro.

    Abrazaku norteño.

    ResponderEliminar
  6. Los malos tragos de la infancia desaparecen cuando uno se hace "mayor" y ha dejado en el pasado todo aquello que le ha hecho más fuerte. Los caminos duros también llevan a sitios mejores.

    ResponderEliminar
  7. Blue: Gracias por lo de las perdices y me alegro de tus alabanzas, vienen bien al ego, jeje. Lo de la angustia ¿lo dices por mi infancia enfrentada al lado femenino? Angustiosa se queda corta, jeje.

    La Maga: Un nombre muy "cortazariano" el suyo. Mejor calidad que cantidad, eso es verdad, ahora ya lo tengo asumido pero en mi niñez fue bastante chungo asumirlo. Gracias por pasarte por esta casa.

    Neocronomicón: Ante esa reflexión, aún lejos de los 50, me quito el sombrero.

    P: En mi caso, en vísperas de aclararse mi vida, el camino recto fue siempre el más enrevesado. O sea, no era el recto, era el adecuado para llevarme a lo que soy hoy, a con quién estoy hoy.

    ResponderEliminar
  8. Bueno, a veces el camino mas corto tiene muchas curvas, enhorabuena por tus perdices, la verdad es que da alegria ver tanto amor alrededor mio..

    Un saludo Sensei. :)

    ResponderEliminar
  9. Naaaa, tonterias, lo que no te mata te hace más, etcétera. Si sobreviviste a la ingestión de "cerebros" de Gressy, tú ya estás en otra dimensión, como Neo el de Matrix cuando no se muere.
    Es mona, la tortu, parece calladita...

    Saludos.

    ResponderEliminar
  10. En la infancia hay momentos para todos los gustos!! Vives momentos inolvidables e irrepetibles y momentos de crueldad, es el momento en que empiezas a ver la realidad de la vida sin engaños. Los niños pueden ser lo más entrañable a tener un grado de tiranía con el más débil o simplemente con quien les rodea increible. Lo mejor y lo peor unido en uno, no caben medias tintas para ellos, el todo o nada. Me alegro de que tu historia viaje viento en popa! Aún así en lo mio me quedo con lo bueno, quien volviera a esos años!!! jeje!! saludos!

    ResponderEliminar
  11. Seoane: Gracias y por lo que leo, el amor está en los demás, no en ti. A buscarlo si quieres, claro, que no siempre es bueno tener alguien al lado, el infierno son los otros.

    Desclasado: La verdad que visto así quizá viva en un mundo irreal donde sólo soy un producto del Arquitecto. Pues menudo cabrón. La tortuga la cogí y no dijo ni pío pero juro que no me sobrepasé con ella.

    Dani: Si volviera por aquellos fueros del tiempo no sé si cambiaría nada, yo me lo pasé también mu pero que mu bien, joder, si yo te contara. Quizá lo cuente.

    ResponderEliminar
  12. Madremia, los cerebritos ¿Nadie de mi generación se quedó sin probar esa mierda?

    Para curvas, no las del camino, sino las de tu sintaxis, querido sensei, me recuerdas a Saramago (que por cierto tiene cara de tortuga)

    ResponderEliminar
  13. Amor: Joder, es que aquella mierda era realmente asquerosa. Yo invitaba a las tías y como no me comía un rosco pues bebía pa olvidar las penas.
    No me gusta ser retorcido sintáctica ni semánticamente pero es que me sale así pero gracias por el elogio del que Saramago discreparía totalmente con su cara de tortuga pero que conste, mi tortuga era joven y se había operado, vótox mediante.

    ResponderEliminar
  14. You sure have a gift for writing such great articles! Thank you!

    ResponderEliminar
  15. Thank you for writing such a wonderful article!

    ResponderEliminar
  16. This is the best post on this topic i have ever read.

    ResponderEliminar
  17. Your post is very nice. Thanks for sharing. It is very interesting and I learned from it.

    ResponderEliminar

Un comentario puede hacer que este pobre mujik tome aire y se decida a escribir de nuevo ante el inusitado clamor popular.