Le diré de mí mismo que soy un hijo de mi tiempo, un hijo de la increencia y de la duda, lo he sido hasta ahora e incluso (lo sé) lo seré hasta que me muera. Cuántas penas me ha costado ya mi sed de fe y cuántas me cuesta todavía. Una fe que se vuelve más fuerte en mi alma cuantos más argumentos contra ella encuentro.

Fiodor Dostoievsky

25 noviembre, 2007

MENTES ENFERMAS

Me enteré, en alguna de mis conversaciones nocturnas, que cada día nos volvemos menos permisivos y lo pagamos duramente con nuestros vástagos, algo que me parece intolerable y patético a la vez. Expliquémosnos os os.

Resulta que una de las sociedades más avanzadas (cada día lo dudo más) de este planetilla, usease la sociedad americana, está empezando a tachar y a mutilar series que nos han servido a millones de personas de todo el mundo mundial mundializado (McDonald´s está ahí para demostrarlo) para aprender cosas básicas y entrar en el mundo de los "mayores" mucho menos embobados, no como simples neófitos advenedizos sino como avanzadilla. Ahora me entero de que censuran a los conspicuos Epi y Blas por ser el canon de la homesexualidad, por ofrecer a los chavales valores nada recomendables para su vida diaria. Péguenme y ábranme las llagas, echen sal y limón en ellas, disfruten de mi sufrimiento, mis últimos estertores serán su momento palomitero. Series y personajes míticos que entran ya a formar parte del imaginario mundial son capados y denostados por gente que opina que es mejor ver por televisión el parte de guerra como el pan nuestro de cada día que a dos muñecos simplones, la ostia con vino. Que yo recuerde (aunque mi memorie ya flaquee), nunca vi un mal gesto de Epi a Blas ni de Blas a Epi, nunca le vi bajarle los pantalones uno al otro, ni tirarle la pastilla de jabón al suelo, mucho menos darle por culo, meterle la verga en la garganta o tragarse todo lo tragable. Pero por favor, si lo único destacable era eso de:

-Blas, Blas, Blas... Blas.
-Que Epi (recién despertado y somnoliento).
-Me traes un vaso de agua.
-Si Epi.

(Y así sucesivamente hasta dar en hastío y abulia existencial del muñecote amarillento, cetrino, cejijunto, nihilista...)

Bueno, no sé de qué me extraño, pues al parecer, para estos americanos, dos personajes masculinos juntos no tienen derecho a pasear su amistad ni mostrar signos de convivencia pues al porífero del Bob Esponja ya lo tildaron de homosexuado follador de almejas (masculinas, se entiende).

Continuando con la conversación me entero también de que en Turquia (creo recordar) censuran una serie tan ñoña y pacata como la de Heidi porque enseña en algunos momentos las bragas (recuerden la canción intoductoria en la que la muchacha disfruta como una marrana en el columpio y deja vislumbrar por entre sus piernecillas un cacho de ropilla interior). No doy crédito.
Yo, que he sido jovenzuelo (aunque haya personas por ahí que no lo crean) no merendaba ni sostenía mi bocadillo con una mano mientras esperaba el momento de verle las bragas blancas a la alpina aquella para practicarme un onanismo catártico-televisil.

¿En realidad se piensa la humanidad mayorcica que porque sus mentes viciadas y hartas de porquería en la que se hacina la mala baba y el desplante, los niños tienen que pensar igual que ellos y han de catalogar desde tan temprana edad a los homosexuales, a diferenciar entre sexo y faldas al vuelo o discernir entre esponja y cuca? Déjenlos que vuelen un poco sin cuerda.

Que venga Hades y me tire al Aqueronte.



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5 comentarios:

  1. Me quedo muerta ante tanta desfachatez, ¿qué pasa en el mundo que nos estamos (están) volviendo completamente locos?.
    Creo que es bastante contradictorio pensar que censurando series infantiles, inofensivas como una mosca, tachándolas de contenido morboso, los niños serán más inteligentes o mejores personas cuando la realidad nos devuelve una imagen de jóvenes robotizados e insensibilizados ante la violencia. Como si no hubiera otras cuestiones más serias por las que preocuparse y que realmente sí que están corrompiendo la inocencia y mermando la capacidad mental de los más pequeños. Me refiero por supuesto a la verdadera telebasura repetitiva y vacía, a la inactividad, a los malos hábitos alejados del deporte y la dieta saludable, por mencionar sólo algunos. Porque algo que nunca dio problemas (incluso amenizaba el momento de la merienda) no es sucio, ni tiene ninguna clase de mensaje subliminar pecaminoso, hasta que uno se empeña en teñirlo de maldad y corrupción.
    ¿Qué se espera entonces? ¿Corregir las orientaciones, que no desviaciones, de la sexualidad y crear seres seprimidos y angustiados? ¿Añadir connotaciones perversas a la forma de percibir el cuerpo humano, creando complejos y adversión al sexo para que deje de ser algo natural y se convierta en pecado? Es como si quisieran /tele/transportarnos a la prehistoria en unos tiempo que avanzan demasiado rápido, y no por ello de un modo equilibrado. De ahí estas insensateces. Monstruos que crean mosntruos, niños que tienen prisa por vivir, depresión a edades cada vez más tempranas.
    Ahora podríamos decir esto de: Apaga y vámonos.
    En fin, no debe estar todo tan perdido (por el bien de futuras generaciones).
    Adelante con el blog! Es sencillamente genial.
    Un besito.

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  2. Esperemos que no esté todo perdido y podamos encauzar estas situaciones que nos dejan perplejos a más de uno y de dos. Muchísimas gracias por el piropo blogueril, me has sonrojado, jeje. Un saludo katórgico.

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  3. Siempre se supo que Epi y Blas eran julandracas. Estaba cantado. Así aprendíamos a ser tolerantes en plan zapateril y tal.

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  4. Hombre, pintas de amanerados si que tenían, pues por los años 80, dos tipos viviendo en el mismo piso y solos...

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  5. La verdad es que no hay nada como la predisposición para acabar tergiversando la realidad. De ponernos así, podríamos prohibir casi cualquier cosa. Y es que el exceso de moral también lleva a la intolerancia. Los extremos se tocan.

    Saludos,
    Miri

    http://coti-82.spaces.live.com

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